Never send sheep to kill a wolf

20.1.10

Intuición

Observando una escena cotidiana tan simple como ver a mi mamá echando a mi perro de las camas, terminé reflexionando sobre la intuición, tema complicado che.

En el colegio nos enseñaron que los animales actúan siempre según sus instintos. Pese a que creo que existen varios baches en esa teoría, supongamos que es cierta. Sigamos esta lógica, decimos entonces que mi mascota se bajó de la cama por que su instinto le advirtió que si se quedaba, no la iba a pasar muy bien, por ende siguió su impulso y al salir corriendo consiguió evitarse un peor momento del ya vivido. Bien, hasta este punto todo parece ser muy claro, pero ahora pensemos un caso mas complejo, y como no podía ser distinto, tomemos como tal al ser humano e incluso mas explícitamente tómenme a mi como ejemplo. Cuando conozco a una persona, siempre se dispara alguna sensación momentáneamente. En ese primer momento se puede decir que actúo por instinto. Cuando mi reacción es positiva, no me cuesta para nada reconocerla. Pero claro que no podía ser siempre así, y es justo este punto en el que se presenta el problema. Cuando esa persona no me transmite un sentimiento positivo, las posibilidades se dividen en dos: La primera y ciertamente la mas sencilla, es que escuche claramente lo que mi instinto me dice y esté atenta a los pasos que da esa persona, quizás incluso llegue a tener confianza con él/ella pero no obstante, jamás bajaría mi postura de estar a la defensiva. Ahora bien, supongamos que en vez de hacerle caso a dicho rechazo decido ignorarlo, negarlo inclusive. Me convenzo a mi misma de que no tiene nada de mala esta persona y le abro las puertas de mi vida. En este caso es increíble como la mente automáticamente encierra en un rincón alejado a la advertencia que fue recibida. Muy en el fondo sé que me estoy equivocando pero no tomo conciencia de ello hasta que es muy tarde. Triste, pero real. En el momento en el que el sujeto en cuestión demuestra que tipo de persona realmente es mi cerebro decide reprocharme que me lo advirtió, trayendo a mi conciencia aquel sabor amargo que había experimentado en el primer encuentro, haciendo que me encapriche conmigo misma y tenga ganas de gritar “lo sabía” a los 4 puntos cardinales. Genial, si realmente lo habría sabido, no me pasarían esas no gratas experiencias. Una de mis numerosas teorías al respecto es que como siempre el ser humano busca lo prohibido. En otras palabras, al saber que esa persona no es realmente buena para mi, me llama mas la atención de lo que lo hubiera hecho si tenía efecto contrario en mi. Es un desafío, una meta, un objetivo: probarme a mi misma que puedo lograr que aquello que me daña, puedo convertirlo en algo que me haga bien. Bullshit, that never happens! Pero yo sigo cayendo una y otra vez, para que al final de la historia me encuentre una vez mas con ese reproche a mi misma por haberme creído mi propia mentira. Pero es así, supongo que un psicólogo, psicoanalista o psiquiatra debe poder citar varias teorías que se basen en millones de pruebas sobre este tema puntual, pero ustedes tienen que admitir que teniendo en cuenta que estas ideas fueron escritas en el word y pensadas por una mente de apenas 16 años un miércoles a las 4:07 am, no está nada mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario